La otra vez soñé que soñaba sobre ti, tenias un cuervo posado sobre tu hombro, con un vestido azul, perfecto y limpio, aunque me mirabas como si miraras por una ventana, una ventana llena de clavos y cortinas, porque siempre creíste que no podías ver la sinceridad de mi alma, pero cariño, la puerta siempre estuvo abierta. Aunque cuando pases, ten cuidado de caer en una espiral, y tal vez no haya luz, pero hay regados un banjo, un disco de tango, y una guitarra empolvada. Estoy sentado en la cama esperándote, sé que conoces el camino, para llegar, aunque siempre te costo prender la luz, cuando tu estabas más cerca del encendedor, pero cuando la encendí yo, solo vi como desaparecías