Maquiavelico
Se sienta en la plaza, el sol se desangra,
las sombras se alzan, la brisa es fantasma.
Las nubes parecen borrón de un cuaderno,
donde escribió su pasado en un tintero eterno.
Pensó en sus labios, su risa de fuego,
los días dorados que ardieron en hielo.
Pero el tiempo es sabio, y el hombre despierta,
entendió que el amor no es celda, es puerta.
Ella está lejos, tal vez en la cima,
mirando paisajes que nunca imagina’.
Quizás en la arena de alguna bahía,
riendo con alguien que da su energía.
Y eso está bien, el amor no es cadena,
es viento que sopla donde el alma ordena.
No hay rencor en su pecho, ni rabia, ni queja,
solo un suspiro que al cosmos se aleja.
La vida es así, un juego sin reglas,
perder no es perder si aprendiste la lección correcta.
Cierra los ojos, la ve sonriendo,
y en su interior... él también va sonriendo.
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