Fiebre un viernes por la noche

Esquivando mi corazón,

destrozando mi cabeza, con ese frágil adiós,

cuando el tiempo marcó ese final.

Ahora ando cambiando mi amargo hogar

por una paramo lleno de rosas.

Pero ahora veo, que cambiaste de sexo,

de Dios y de amor, pero en sí,

nunca nos podremos cambiar

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sin fotos

Ojitos de Gorrión

Vamos