A pocos céntimos
A pocos céntimos
Miguelangel
Paris
Son pocas
las veces que me tomo el tiempo para escribir lo que realmente pienso. Quisiera tener la habilidad para escribir algo honesto y que sea del agrado de todos,
porque el talento y dedicación se los dejo a otros como es el caso de Rafael Rodríguez
Olmos, quien por cierto es el que más me insiste en escribir. Tengo tan solo 21
años de edad y siento que mi visión del mundo apenas está iniciando, ya lo decía
Gardel, 20 años no es nada. Sin embargo, la historia está hecha para ser explorada
desde distintos puntos de vistas, han sido muchas las crisis por las que hemos
pasado como humanidad. Pero, en un día tan reflexivo quedé con la duda ¿Cuál ha
el peor mal de todos? Quizás la destrucción de la biblioteca de Alejandría, a
lo mejor las guerras que se han efectuado. También pueden ser la imposición de
creencias, o la esclavitud.
Sin meditar
mucho, todos los males parecen ir a peor, pero para mí, el peor mal son los céntimos
de dólar ¿A cuántos céntimos se vuelve uno rico? Somos como mendigos hambrientos, que viven y mueren
por pocos céntimos y que al final nunca terminan de saciar nuestro apetito.
No quiero
llegar a cierta edad y decirles a las futuras generaciones que estuve a pocos céntimos
de tenerlo todo y reprocharles que ellos estarán a unos cuantos céntimos más.
Porque la
humanidad estuvo a pocos céntimos de acabar con el hambre en el mundo, pero ¿cómo
vamos a explicar que lo poco que queda lo acaparamos para hacerlo circular
entre a los que céntimos nunca les va faltar?
No quiero
mirar con temor a las pequeñas princesas y que mientras yacen en una tumba me
pregunten ¿Cuántos céntimos faltaron para fortalecer la seguridad y hacer que
ninguna otra mujer desapareciera?
Y sin
mentirnos todos aportamos a agotar los céntimos que quedan; Comunistas,
mercantilistas, anarquistas, capitalistas, feministas. Y aunque ya no
pertenezco a ningún ismo, todos en esta vida pagamos nuestra estadía.
Nos
reiremos en un futuro y viendo hacia el cielo diremos ¿Cuántos céntimos
faltaron enamorar aquella hermosa y coqueta mujer que nos deslumbro con tanta
belleza?
Simón Bolívar
lo decía, un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción. Aunque,
con el peso que conlleva saberlo todo, parece que sale más barato ser ciego y
hacer caso omiso mientras todo alrededor se destruye
Solo espero
no arrepentirme en un futuro y decir ¿A cuántos céntimos estuve de ser feliz?
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